miércoles, 23 de mayo de 2012

Cabo Verde - Miércoles - S2

Alessandra, mi instructora italiana de diving
No encuentro las fotos del miércoles, tal vez las perdí, 
entretando os cuelgo una de la bella y simpatiquísima Alessandra


Mañana

6h de la mañana, me levanto, me lavo, la cara, desayuno y me pongo con el blog. Estoy durmiendo menos que en Barcelona. 

Las italianas: tristes...

A las 8h me recoge Romy para la inmersión de cortesía. Romy está rara hoy. Llegamos al diving center. Alexandra, la super simpática y animada Alexandra, hoy también callada. Pregunto que qué pasa con las italianas los miércoles. Dicen que tienen muchas cosas por hacer. ¡Qué fiasco! Las italianas trises. Les digo que no lo estén, que todos sabíamos que el momento llegaría, que ineludiblemente un día nuestros caminos debían separarse, que si se menester que yo les dejaba una foto. No consigo que rían. Lo hacen pero forzado. Bueno, todos tenemos derecho a días no tan buenos. Además, Alexandra, mi instructora, no será quien me acompañe hoy en la inmersión. Me dice que es bueno cambiar de compañero. Tal vez tenga razón. Me acompañará Gigalá. También es majete. Al final no era ni portugués ni caboverdiano, sino brasileño, de Fortaleza. Pago el curso, 300€. Me extienden un recibo. Entrego el examen. Lo hice en casa hace un par de días consultando en un libro que me prestaron. Bueno, cogemos las cosas y vamos al pontón, dónde nos espera la lancha neumática. 

Los tiburones...

En el pontón algunos pescadores ya han regresado de la primera pesca. Dos tiburones sobre la pasarela. ¡Qué desastre!, parece ser que es una especie protegida, que no puede pescarse en todo el mundo, salvo con licencias especiales, y que debe ser en cantidades bastante pequeñas. Veo como despiezan al animal. Las aletas las tiran al mar. Parece ser que aquí sólo valoran la carne. Romy parece muy concienciada con el tema. Me habla de un barco español interceptado la semana pasada, con miles de aletas. Parece ser que los españoles cazan al tiburón, estando vivo aún le cortan las aletas y lo devuelven al mar. El animal agoniza y muere. Bueno, dejemos el tema. Yo casi me estoy volviendo vegetariano. No me gusta que maten animales, tampoco los peces. 

Primera inmersión: el Boris....

Llegamos al punto de la inmersión. Gigalá me hace el briefing. Me dice que bajaremos algo así como veinte metros, hasta un barco ruso que se hundió hace seis años. Se llama Boris y está prácticamente entero. Bajamos. El agua está movida y la visibilidad es baja. Hay partículas en suspensión. La inmersión no está mal pero seguro hay días mejores. Subimos. Ganas tremendas de mear. Siempre las tengo. Realizo la operación de cada vez. Me dirijo a la popa, me abro la cremallera y está vez dejo el motor perdido. 

Segunda inmersión..

Pasa media hora y volvemos a bajar, esta vez, a las tres grutas, como una de las veces de durante el curso. Me gustaron la otra vez. Gigalá me dice que entraremos dentro de una, no como cuando el curso. Bajamos y hacemos una inmersión no tan profunda aunque mucho más larga. Al poco tengo bastante frío y ganas de mear. Todavía me quedan 90 bares, eso significa que aún estaremos en el agua un rato. Y yo ya comienzo a no estar a gusto bajo el agua. No quiero decir a Gigalá de subir para que no piense que pasa nada grave ni que me he puesto nervioso. Aguantaré un ratito más. Nos quedamos con 50 bares y decidimos subir. Cuando llegamos a los 5 metros, Gigalá que hemos de hacer la parada de seguridad. Se me hace eterna. Estoy que me meo. Y ahí abajo no me sale. Ya me da igual las recomendaciones de Alexandra. Me pienso mear en el neopreno, así como me recomendó mi buen amigo Xavi. Salimos a la superficie. Me hago el remolón antes de salir y aprovecho para mear. Entrego el equipo y subo a la lancha. Gigalá es buen chaval pero más callado que las italianas. No hay la fiesta habitual. Me relajo. Volvemos. 

Mí título PADI Open Water se resiste...

Llegamos al pontón y de ahí al diving center. Alexandra que mi examen no está demasiado bien y que además no contesté las preguntas de la tabla. Le digo que los de la tabla quería hacerlos con ella, que me ayudara, que se me olvidaron un par de cosas. Está rara. Todos lo están. Me dice que hoy no podemos hacer el examen, que ha de ser otro día. Le digo que vale , que no hay problema, pero que no sé qué día me vaya bien. Me da su número y le digo que la llamaré. 

En kite-beach...

Guido me acompaña a casa. Le digo que esta vez me deje en kite beach. Víctor ya cogió m equipo de kite y me espera allí, navegando. La previsión era de viento flojito aunque seguro que para mi es suficiente. Guido no sabe el camino y me deja en medio del desierto, no demasiado lejos del spot. Camino diez minutos y llego a la playa. 

La mayoría de kites están en la arena pero hace algo de viento. Monto el kite y me visto. Le pregunto a Víctor por mi neopreno. Me dice que se  le olvidó pero que el agua no está demasiado fría, que él tampoco le lleva. Le digo que vale, pero que él apenas toca el agua y que yo me paso el día dentro. Se disculpa. Le digo que no importa. Tal ve tenga razón y no haga tanto frío. Entro y me pongo con lo mío. Consigo algunos borditos pero no más allá de la segunda remada. Algo no estoy haciendo bien. Parece que debo ser más agresivo. La cometa va lenta, más aún con agua y tierra, que es como me queda tras la primera caída. 

Mediodía

Salgo. Comemos. Unas galletas. Esta vez no hay ni plátano. 

Tarde

Pescando rusas y holandesas en kite-beach...

A las 16h la gente comienza a desfilar. Víctor me muestra a la rusa, me dice que está empezando, que es el primer día que navega y que es muy guapa. Me acerco a la rusa. Dice que se llama Marina. Hablamos. Le digo que se apunte a la cena. Acepta. En el pontón, a las 20:30. Hablo con la holandesa, también muy guapa, pero algo más estirada. Le digo que se venga ella también a la cena. Me sale con evasivas. Le digo que ella se lo pierde, que yo en dos días me voy y que entonces ya no tendrá ocasión. Le hace gracia pero no accede. 

Regresando...

Ya sólo queda una pick-up en la playa, de una escuela, y no tenemos ni taxi ni modo de llamarlo. El móvil se quedó en casa. Hablamos con el de la pick-up y le decimos que si puede enviarnos un taxi cuando llegue a Santa Maria. Nos dice que no hay problema, que él nos lo envía. Le decimos que dentro de una hora, que aún entraremos una vez más al agua. Hacemos un par de bordos, en mi caso intentos, y llega el taxi. Salimos. Ya de regreso en casa, con dos kilos de arena. El taxi llegó demasiado rápido y mi cometa estaba aún mojada, llena de arena y, está vez, también de algas. 

Merienda...

Son las 16h30. Nos duchamos, aleluya y salimos a merendar y a tomar una birra con Víctor. Compramos una especie de empanadas saladas en la panadería. Las birras en el bar de al lado de casa. 

Ja también se resiste...

Me acerco al mercado. Le digo a Ja de cenar mañana. Quiere pero tiene muchas dudas de podérselo combinar. Vive en Espargos y luego tendría que volver sola. Y son 12€. Y para mi no es tanto pero para ella es como vender 12 kilos de bananas, que es lo único que vende, el resto de la fruta, por cara y por ser importada, apenas tiene salida. Me dice que le pregunte mañana. Le digo que vale, a ver si mañana encontramos la manera. 

De compras con Víctor...

Le digo a Víctor que salgamos hoy a por lo souvenirs, que, de otro modo, enseguida se nos hace el viernes y luego nos pilla el toro. Me dice que vale, que vayamos. Hacemos cuentas. Tenemos 100€ cada uno para regalos y poco más. Los 1.000€ que trajo hace apenas cuatro días ya nos los hemos petado, entre mi curso de diving, 300€, la cantidad que entregamos a Erik de parte de Antonio, casi 200€, y que Víctor se dejó 200€ en el viaje, ya apenas nos quedan euros. Llegamos a la zona de tienditas. Empieza el espectáculo. Nos piden barbaridades. Nuestra misión es conseguir el precio de ruptura, ése al cual el tipo ya no vende. Vamos a la tienda de cuadros y pedimos precio de todo. Le decimos al tipo que miramos una par de tiendas y regresamos. Vamos a la tienda de los colonos. La última oferta era de 40€ uno. Le digo que 25€. Me dice que ni hablar. Me he pasado. Estoy por debajo del precio mínimo. El tipo me dice que dos 75€. Quiero pagar máximo 30€ cada uno de ellos. Víctor entra en la negociación y propone un precio intermedio, 70€. A mi no me convence. Le digo a Víctor que no. El tipo accede a 70€. Le digo que no, que me voy. Me pregunta que cuánto quiero pagar. Le digo que 60€. Me dice que no, pero siento que es el precio de equilibrio. Le digo que gracias, que me voy. Ya de salida el tipo accede. Me los envuelve para el viaje. Volvemos al de los cuadros. Lo mismo. Negociamos un pack, buscamos ese punto, primero pasándonos por abajo y conseguimos un acuerdo. Ya casi se ha hecho la hora de cenar. Salimos pitados. 

Noche

Cena...

Dejamos las compras en casa y llegamos al pontón 8 minutos tarde. La rusa nos espera. Ni rastro de Marcel. Qué extraño, los suizos son puntuales. Esperamos un rato pero no llega. Nos acercamos a un barcito y ahí está, tomando una coca-cola. Parece ser que en suiza si no estás a la hora es que te surgió algo y que ya no vas. Los españoles no lo tendríamos demasiado bien en Suiza. Negociamos el lugar para la cena. Marcel parece que es más pijete. Le digo que el lugar del otro día, el de las parrilladas, que es bueno. Me dice que sí, que la comida sí pero que el lugar no es tan bonito. Le digo que lo bonito es salir del circuito turístico y vivir la realidad del país. Me dice que vale y acepta, aunque no demasiado convencido. Caminamos hasta el lugar. Está cerrado. Plan b. Vamos a otro, más caro, aunque no demasiado, y no tan sencillo como el que yo había propuesto. Cenamos, yo frango. Me cansé ya del peixe. Necesito carne. Luego un helado, 3€, y vamos a los bares. 

Víctor cambia su amiga-furcia por una amiga-rusa...

Nos encontramos a nuestras amigas, las nigerianas. También está la amiga de Víctor, Jenifa, de 20 años. Se acercan. Víctor habla con su amiga-furcia y le dice que esa noche no podrá atenderla, que estará todo el tiempo con su nueva amiga, la rusa. Hablo con Jenifa y le digo que no se preocupe, que es sólo esta noche, que mañana volverán a ser amigos. Me parto. Unos bailoteos y unas birras y marchamos a casa. La rusa baila como si le fuera la vida en ello. Parece facilona, que se va con cualquiera, pero sólo por como baila, nada más lejos de la realidad, no se enrolla con nadie, ni con Víctor. 

El resort de Marina, la rusita...

De camino a casa nos enseña su apartamento en un resort. Es una pasada y está pagando sólo 400€ al mes. Mucho mejor que el nuestro, con piscina y salida directa al mar. Peor nosotros estamos con la gente y de haber estado ahí, donde ella, seguro no habríamos vivido la auténtica realidad caboverdiana tan de cerca. 

La excusión de mañana...

Quedamos que mañana nos acompaña a la excursión, que llamemos a Sousa a ver si queda una plaza libre en la pick-up. 

Una prospección de mercado...

Llegamos al mercado y nos acercamos a hablar con los senegaleses que vigilan por las noches, aquellos que conocí mientras hacía tiempo hasta que llegara el taxi de Víctor, el sábado por al noche. Hablamos de furcias y de lo que se paga aquí por una. Nos dice que 1.000 escudos, no llega a 10€. De momento el lugar más deflacionado de los que he estado: Tailandia 40€, Macau 18€.

Me entra la morriña...

Quiero escribir pero no puedo. Estoy petado. Mañana será otro día. Ya se acerca la partida y estoy entre excitado y triste. Los quince días en Cabo Verde, que parecían una eternidad, están llegando a su fin. Ya estoy recogiendo velas. Luego tocará Barcelona y reinventar una nueva aventura. Cabo Verde me ha encantando, tanto como Marruecos. Es tan diferente


Manel y Víctor tras un intenso día de kite, 
las pieles y los ojos rojos dan fe de las horas que estuvimos en al playa, 
dale que te pego, uno saltando olas, el de la derecha, 
y el otro intentando salir al largo y remar una segunda vez

Foto típica desde la terraza, ya un clásico:
Manel llega de un día de kite y se fotografía con vista aérea de Santa María a su espalda

Manel y el chico de las pulseras, aprendió la palabra 'tío' y la decía hasta en la sopa: 'cómprame tío', 'va págame tío', 'me lo dijiste tío'

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