viernes, 25 de mayo de 2012

Cabo Verde - Viernes - S3

Precisos niños caboverdianos, vivían justo al lado de casa, les gustaba que les hiciera fotos, cuando luego se las mostraba y se veían, reían felices, era magnífico

Mañana

8h de la mañana. Me levanto. Me pongo con el blog. Hemos quedado con Víctor que a las 9h vamos a kite beach y que no estaremos demasiado, sólo hasta mediodía. Hoy es el último día y tengo mil cosas por hacer. Sé que no me conviene siquiera ir unas horas a kite beach, pero no puedo decir que no, imagina que hoy es el día, el día en que por fin navego de izquierdas. Hoy será el cuarto día y aún no he conseguido navegar. Víctor se despierta. Con un par de horas de retraso llegamos a kite beach. No hay viento. No para el resto de kiters, pero sí para mí. Entro en el agua e intento salir al largo. Consigo remar una sola vez. Salgo del agua. Está Marina. Le dejo mi kite y lo tira al agua. Ella con una bow navega y la mía, en cambio, ni siquiera la ha sabido mantener arriba. Víctor tiene los pies destrozados de los footstraps. Al poco decide que ya es suficiente, que no aguanta el dolor. 

A las 14h llamamos a Lindo para que nos recoja. El tipo se toma sus tres cuartos de hora largos y al final aparece. Nos deja en casa. Ya son las 15h y todavía nos quedan mil cosas por hacer: comer, ir donde Alibabá y que me grabe el delfín, quedar con Marina para intercambiar las fotos de ayer, hacer las maletas, ver la final de copa, pagar unas cantidades a Erik, entregar el examen y el libro de diving. Sólo de pensarlo ya me canso. Cabo Verde ha sido magnífico pero apenas he descansado. Comienza la gincana de la tarde. 

Mediodía

Salimos a comer. De salida nos encontramos con la pescatera. Le decimos que hoy nos vamos, que salimos a comer. Nos dice que la acompañemos, que, al ladito del mercado, hay un barcito muy bueno. La seguimos. Pedimos serra, el pescado ése que se parece al atún y que apenas tiene espinas. Acabamos que ya son las 16h. El día se va consumiendo y las cosas por hacer no menguan. Cada vez disponemos de menos tiempo. 

Tarde

A la salida de la comida vemos una mujer que arrastra una carretilla. Porta unas diez botellas de agua de 5 litros. Además, la mujer está a cargo de dos criaturas. Parece que se dirige a las afueras de Santa Maria. Justo cuando pasa por delante nuestro, se le revienta una rueda. Víctor no lo duda, se acerca y se ofrece a ayudarla. Coge la carretilla con la rueda reventada y la empuja unos metros. Al poco se da cuenta de lo importante que fue en su tiempo el invento primero de la rueda, y el de la rueda neumática más adelante. No puede con la carretilla pero no cesa en el intento. Tiene que ayudarla y de una u otra manera lo hará. Tira de la carretilla otros tantos metros. Le digo que nos vamos turnando. Me dice que vale. Me toca. Tiro de ella. Luego cada uno de un asa. Parece que así se desequilibra. Sigo tirando. La mujer nos va guiando. Los niños también nos acompañan. Vamos dejando la ciudad atrás y nos adentramos en una zona de descampados. En adelante ya no hay viviendas convencionales, sólo barracas, aunque no en masa como en Brasil, aquí sólo hay algunas, y muy desperdigadas. Llegamos a la barraca, agotados. De la barraca sale un tipo con los ojos pegados. Parece que dormía. Seguro es el marido. Al tipo se le ve sano y fuerte. En cambio la mujer es bastante poca cosa y se la ve gastada. Así pues mientras él, fuerte y sano, duerme, ella, débil y gastada, trabaja. Nos despedimos de la mujer. Ella nos da las gracias. Regresamos a Santa María. 

Ah!, se me olvidaba, en la comida Víctor pide vino. Me pregunta si quiero vino, si comparto medio litro con él. Le digo que no, que no me apetece. Aún así lo pide. Me extraña. Al final no pido nada y le ayudo con su medio litro. A media comida pide el otro medio litro. Me dice que en los vuelos no puede dormir, que si bebe algo le ayuda. Parece que ha comenzado con su plan para conseguir dormir esta noche en el avión. 

Salimos hacia el negocio de Alibabá. Quiero que me grabe el delfín. Llegamos. Está cerrado. Hablamos con un tipo. Nos dice que él avisa a Alibabá para que venga. Al cabo de unos minutos aparece. Se acuerda de mí. Le entrego el delfín. Le digo que me lo grabe. Me da un papel para que escriba las palabras. Las escribo. La frase es muy larga. Me dice que no puede, que no tiene la máquina, que hoy no la trajo, que no es suya, que a veces se la dejan, que me la graba a mano, pero que el texto debe ser mucho más corto, apenas unas pocas palabras. 

Mientras hablamos Víctor me pregunta si tengo calor. Le digo que no. Parece agobiado. Me dice que se va al bar de la esquina, que le apetece una birra. Le digo que vale, que luego me acerco. 

Alibabá coge mi papel y me hace que lo acompañe al taller. Pule la superficie del delfín y me dice que le escriba el texto, en letras no demasiado pequeñas y separadas las unas de las otras. Lo hago tal como me dice. 

A mitad del trabajo salgo un momento del taller. Me dirijo al bar de la esquina, donde está Víctor, para decirle que la cosa va según lo previsto. Me lo encuentro con una birra casi consumida. Me dice que es la segunda. Así pues, ya lleva medio litro de vino y dos birras, imagino que para dormir. Salimos del bar y pasamos de nuevo por el taller. 

Alibabá me entrega el delfín. Me dice que le compre algo. Le digo que no, que ya vamos tarde, que hoy tenemos el vuelo y que, además, estamos casi sin blanca. Apenas nos quedan unos euros para todo el día, y eso que ayer por la noche volvimos a sacar 200€. Alibabá que vale, que yo ya le compré, que le compre mi amigo, que al menos le acompañe a la tienda para echar un ojo. A Víctor le cae bien el tipo y, aún sin blanca y sabiendo que nada le vamos a comprar, le acompaña a la tienda. Le dice que no puede comprarle. El bueno de Alibabá insiste y nosotros en que esta vez no podemos. Le digo que cuando vuelva a Cabo Verde al primero que pasaré a ver será a él. Nos deja machar. Regresamos a casa. 

De camino llamamos a Marina, que se venga casa y nos pasamos las fotos de ayer. Viene. Ya sólo queda una hora para recoger las cosas. Enseguida se hacen las 19h y empieza la final de copa entre Barça y Atlétic. Queremos verla aunque no sabemos si nos alcance el tiempo. Son las 18h y aún tenemos que ducharnos, vamos aún con todo el salitre de la mañana y no es plan de meterse en un avión en esas condiciones. El viaje será largo y queremos estar cómodos. Ya sólo queda media hora. Víctor ya lo tiene todo listo y yo casi nada. Además tengo un montón de souvenirs y muchos de ellos ocupan bastante espacio. Comienza el partido y nosotros aún recogiendo. El partido llega a la media parte. No sabemos cómo va el partido, solo que, por la hora que es, deben estar en la media parte. Salimos a buscar un bar. Ya lo tenemos todo listo. Ahora fútbol y luego taxi. Marina nos acompaña. No le gusta el fútbol pero se ha convertido en una más del grupo y ahí donde vamos viene ella. Es muy alegre y nos da bastante vidilla. Estamos encantados con ella. Una vez en la calle picamos a Erik para pagarle las cantidades que teníamos pendientes. Pagamos agua, luz y limpieza del apartamento. Erik nos dice que el Barça ya gana 3-0. ¡Será aguafiestas! Parece que ya nos perdimos lo bueno del partido, que se decidió mientras nosotros hacíamos la maleta. Caminamos hasta el bar y miramos la segunda mitad. 

Noche

Tenemos que salir hacia el aeropuerto. Ya son las 21h. Tomamos un taxi. Llegamos al aeropuerto. ¡Coño! Las postales. No las he escrito. He tenido trece días y no he sido capaz de escribirlas. Primero porque no quería escribir nada hasta que no hubiera hecho algo de kite, y luego, una vez ha llegado Víctor, ya no hemos parado de hace mil cosas y no hemos tenido apenas un momento ni para descansar ni para nada de nada. Llegamos al aeropuerto y escribimos las potales. Para Xavi y para Norbert. La cosa después es cómo enviarlas. Nos encontramos con uno de tantos caboverdianos que conocemos. Es taxista. Le pregunto que si puede coger las postales y, a su regreso a Santa María, dejarlas en correos. Me dice que sí pero que cree que en el aeropuerto pueden tirarse. Efectivamente. Me muestra el buzón. Las tiro. Hacemos cola para facturar. Facturamos. Esta vez no nos cobran nada en concepto e material deportivo. Suerte porque a veces te cobran hasta 75€. Nos dicen que el vuelo va con dos horas de retraso. Así pues seguro perdemos el transfer en Lisboa. Además, en estos casos, las maletas se extravían y llegan al día siguiente. Nuestro día siguiente es domingo con lo que hasta el lunes no sabremos nada y como el lunes es festivo deberá ser hasta el martes. Y seguro que en Barcelona va a hacer viento, si no el sábado, el domingo, y si no el lunes. ¡Vaya putada!, tres día de kite sin kite. Joder. Entramos en un barcito en el aeropuerto y comemos un bocadillo. Tenemos aún dos horas de espera. Yo escribo el post del día, Víctor alterna las cervezas con las cabezaditas, creo que no es ni medianoche y ya se ha piplado cinco, además del medio litro de vino blanco. Si con todo esto no duerme tendremos que hacer como con MA, servirle un somnífero.

Y así es como acaba mi último día en Sal, Cabo Verde. Ha sido muy emocionante y he vivido intensamente. Ojalá nunca deje de vivir estas aventuras tan maravillosas. Viajar con amigos ha sido magnífico. La gente, tanto los turistas como los locales, han estado de lo más abierto y colaborador y han contribuido a crear un clima de compañerismo, camaradería y plenitud fenomenales, incluso en la soledad de los primeros días. 

Tomamos el vuelo. Llegamos a Barcelona. El equipaje también llega con nosotros. Milenne nos espera en el aeropuerto. Pica-pica en su casa. Dejo a Víctor en su casa de la playa. Llego a casa. Las gatas en perfecto estado. Gracias Sonia, la vecina. Gracias Milenne.

Sobre el blog decir que para mi es siempre parte de mis vacaciones. Lo disfruto y lo vivo, como el resto de cosas, con una intensidad extraordinaria. Agradezco enormemente a la gente que me sigue. Sé que no es sencillo consumir contenidos, que la vida va muy aprisa y que uno apenas dispone de tiempo para invertir en este tipo de cosas. Así pues muy agradecido a todos. 

De memoria:

  • Mis amigos runeros: Will e Iñaki García, 
  • Mis amigos del kite: Xavi Vidalet, Gonça y Norbert Prada, 
  • Mis amigos de InOut: Milenne, Sergi Pelaez, Cristina 'Montilla' 'Fraga', Princess Catherine y, tal vez, Nuria Ollero, Laura Andrés y Yolanda Quintanilla.
  • Mis amigos de la uni: Xavi Esteban, Alberto Guillén, José Miguel Rodríguez 'Ro' y, seguramente, Sergi y Dani Hierro.
  • Mis amigos de La Salle COU: Marc Homedes y Álex Cogswell 
  • Mis amigos de Tecsidel: Dani Crespo, Natalia Gil, Natalia Cebollero e imagino que Nelson.
  • Mis amigos de Pietro Valdini: Tania Laux.
  • Mis amigos de eDreams: Oskar Valles, un día Oskar Vu y ahora Oskar Glutton.
  • Mis amigos del coleBerta Canaleta, Pablo Martínez, Alfredo Gargantilla, Cristina Valero y Mireia Martos.
  • Mis amigos no-clasificables: Fiorella, Julie Chrysler, Marta Paredes, Aïna Díaz Roqueta, Jordi Cartuchà y puede que Anna Busquets

Pido disculpas si me olvidé de alguno.

Hasta mi próximo viaje amigos. ¡Espero contar con todos vosotros! Me dais la vida.

Mi cuadro de mandos del blog, 
la mesa pegada a la pared, justo bajo el punto de luz, 
y en medio del paso de la puerta de entrada
ya sé que no tiene demsiado glamour pero 'it is what it is'

Mi amigo Víctor, fue genial compartir con él la mitad de mis días en Cabo Verde,
en Agosto seguramente repitamos, esta vez en Tarifa, 
con el resto del equipo de kiters: Norbert, Xavi, Gonça, Diego, Hegoi y Álex

Víctor ayudando a Marina con el equipo de kite,
esta vez Marina iba con el arnés y la tabla de Jeremy, el tipo de London, 
y con mi licra, la blanca, y cometa, la North Rhino 10 de 2005

Marina no superó la difícil prueba de navegar con todo el material de prestado, 
a la primera cometazo al agua 


Víctor, Marina y mi Rhino de 2005,
fotos preciosas

Manel innovando en fotografía

Llegando a casa tras una mañana de poco kite,
ahora toca correr para tenerlo todo listo para las 21h, 
hora en que nos recoge el taxi camino del aeropuerto de Espargos

Víctor sofocando, aunque sea por una vez, el sufrimiento 
de una mujer pobre caboverdiana,
la carretilla rodaba sobre una rueda sin neumático, 
el peso del agua, el crío, y los adoquines del suelo tampoco ayudaban 

Barraca de la mujer pobre caboverdiana,
mientras ella transportaba enormes cantidades de agua y se hacía cargo de los críos, 
el marido dormía a la sombra de su más que humilde morada,
tal vez sea yo ahora oportunista y el marido, de uno u otro modo, cumplió antes, 
¡quien sabe!, 
en cualquier caso eso yo no lo vi

Víctor emocionado con los camiones Volvo, 
parece que participó en su diseño cuando trabajó en... ¿Melbourne?

Mis amigas del mercado de fruta, el último día, paso a despedirme, 
fue algo así como tener familia, les estoy enormemente agradecido

Junto a Ja, la bonita caboverdiana, 24 años, con dos críos y no-namorada de  su pareja

Cuadros de Alibabá, hechos con arena del volcán de la isla Fogo

Alibabá grabándome el delfín, a mano, la máquina no la tenía aquel día 

A Víctor le gustaron las sillas esculpidas en madera, quiso ser retratado junto a ellas, 
así, como no se las trajo, algo se trajo de ellas






Más niños caboverdianos...
¡qué alegría!, la suya y la mía, ¡que felicidad más sincera!, ¡qué colorido!, 
me encantó poder participar, ni que fuera por unos días, de sus vidas

El último día ya no estábamos para demasiados dispendios

Víctor y Manel, unidos por Cabo Verde

Los pies de Víctor, llenos de yagas, 
los full-straps de su tabla nueva fueron de lo más inclementes

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